Wan Yunfeng ha lucido en París y Nueva York sus diseños de trajes extravagantes. Su materia prima son los desechos de la calle y los residuos del mar.
Una gran montaña de basura se amontona en una esquina del cuarto de costura. Entre los residuos se encuentra: redes de pesca, botellas de plástico, zapatillas usadas, telas sucias y vidrios rotos. En otro rincón se acumulan bolsas de Ikea agujereadas, alambres con pinchos, tapones unidos con cuerdas de colores que forman una especie de cinturón y varios zapatos con la suela hecha con macetas de barro. No es ningún vertedero. Así es la casa de un artista chino urbano que crea su propia ropa con todo tipo de objetos que encuentra tanto en la calle como en el mar.
Una historia un tanto rara, donde un tipo extraño a ojos de la formalidad del universo chino. Él es una nota discordante. Una mente creativa en un lugar donde se valora fundamentalmente la normalidad. Seguir los criterios, no ser llamativo ni salir de los parámetros de vida y forma de pensar implantados por los de arriba para mantener el control.
Si alguien pregunta a Wan Yunfeng a qué se dedica, su respuesta es vestirse de una diosa envuelta en basura. Si preguntas por qué lo hace, manifestará que con sus performances pretenden expresar a su pueblo, que respira uno de los aires más contaminados del mundo, que se está acabando con el medio ambiente y perjudica gravemente su salud y la de sus descendientes.
¿Moda ecológica?
El artista chino hace un llamamiento para que todos presten atención a la protección del medio ambiente a través de la moda ecológica, y que así la tierra sea cada vez más hermosa. Ya hace tiempo le impactó la muerte de los peces por los residuos contaminantes o enredados en basura. Tras ver lo ocurrido decidió crear un pantalón con redes de pesca y desechos de plástico que encontró en la playa para denunciar lo que estaba pasando. Desde ese momento ya no ha parado.
ICONO UNDERGROUND
El artista de 46 años, desde entonces, se convirtió en un referente de la moda -poco convencional y alternativa- de Pekín. Y en toda China, donde ha ganado popularidad, evitando así las críticas y burlas constantes en las redes sociales por vestirse de mujer con restos de basura y se ha convertido en un icono underground de denuncia medioambiental.
Todo comenzó cuando un día, con un montón de sábanas de colores que su madre iba a tirar, le surgió la idea de hacer un peculiar atrezzo. A continuación, vino su misión en favor de un mundo sostenible.
«Quiero transmitir el concepto de protección del medio ambiente al mundo convirtiendo la basura en alta costura», comenta Wan. «Cuando veo montones de desechos de todo tipo mezclados que se queman en vertederos, tortugas o focas atrapadas en redes, me inspiro para hacer un traje. Cada pieza que hago es muy difícil de vestir». Y añade: «Necesito que varias personas me ayuden a ponerme mis creaciones. Muchas veces me he cortado porque los plásticos u otros restos que me pongo tienen algún clavo o alambre. Siento que lo que hago es muy llamativo. Por eso es valioso, sirve para que la gente me preste atención y tome conciencia de la protección del planeta», mantiene el artista.
Wan puede tardar hasta un mes en confeccionar uno de sus trajes. Ya ha posado en varias ocasiones con sus creaciones en algunas de las principales cunas del mundo de la moda. En París, frente al Louvre, lo hizo con una funda de edredón roto que recreó en un vestido de gala. En la Torre Eiffel posó con un traje hecho de vaqueros rotos y cortinas. Y en Nueva York, en pleno Times Square, se paseó con una prenda confeccionada con bolsas de Ikea.
Su nueva iniciativa es una denuncia a la contaminación de los océanos. «Son nueve prendas diseñadas con basura que yo mismo he recogido del mar. Casi me ahogo para conseguir muchos deshechos que pretendía utilizar», comenta mientras enseña fotografías de una de sus últimas poses: subido a una piedra, rodeado de agua, vestido con una capa hecha con redes de pesca y con un traje de baño formado por botellas, tapones y vasos de plástico, con una mirada angustiada a la cámara, queriendo reconstruir la escena de un pez antes de morir a causa de la contaminación.